Lo que Guido me estaba tratando de decir era que la única forma en que ibamos a poder salir de ese remolino de dudas en el que estabamos sumergidos era poniéndonos en Zona de Muerte. Desde un punto de vista militar el concepto es fácil de entender, pero aplicado a nuestra situación particular de un negocio o un emprendimiento, ¿a qué se refería exactamente Guido? Facil: lo que me estaba proponiendo era que nos pongamos a propósito en una situación en la que nos vieramos forzados a accionar para llegar al objetivo de hacer realidad el proyecto, pero presionados por el riesgo real de morir en el intento.

Una vez que entendí lo que me estaba queriendo decir, a los dos nos resultó sencillo entender cuál era la puerta que teníamos que abrir para entrar en esa Zona: teníamos que alquilar el local. Una vez que hicieramos eso todas las preguntas de "Y si..." que te listé arriba perderían todo su sentido. Con el local alquilado y con el compromiso asumido de tener que afrontar ese gasto, ¿qué sentido tendría preguntarnos si a la gente de Argentina le gustaría nuestra forma de entrenar? Con el local alquilado y arrinconados por la presión de los gastos, la única pregunta que tendría sentido a partir de ese momento sería esta:

"¿CÓMO HACEMOS PARA QUE ESTO FUNCIONE?"

Y eso fue exactamente lo que hicimos: firmamos el contrato y alquilamos el local. En el mismo segundo que pusimos nuestras firmas en ese contrato, la pregunta de "¿Y si a la gente de Argentina no le gusta nuestro sistema?" se transformó en "¿cómo hacemos para que la gente de Argentina se enamore de nuestro sistema?". ¿Notás la diferencia entre ambas? La primera es una pregunta que lo único que plantea son dudas respecto de un futuro incierto e imposible de predecir. Es una pregunta sobre la cual no podemos ejercer ningún tipo de control. La segunda es una pregunta que llama a la ACCIÓN. En vez de plantearnos una posible respuesta a un escenario hipotético, lo que estamos haciendo es plantearnos un escenario de acción positiva para lograr un objetivo sobre el cual sí tenemos control.

Cuando estás en una Zona de Muerte, las preguntas que invocan dudas desaparecen. Preguntarte "¿Y si...?" no tiene ningún sentido porque la posibilidad de "morir" es real, y la única forma de evitarla es accionando. Veámoslo con un ejemplo crudo: imaginemos que tuvieramos que salir a pelear una batalla real y tuvieramos que decidir si ir con un fusil semiautomático o un rifle de largo alcance. Sin saber exactamente con lo que nos vamos a encontrar, no hay forma de estar seguros cuál va a ser el tipo de arma que más nos va a servir para ganar la batalla, así que lo único que podemos hacer es usar la información que tenemos disponible para analizar la situación y tomar una decisión en base a eso. También podemos optar por no ir, o pasarnos una vida en letargo tratando de definir con qué arma ir, en cuyo caso posiblemente para cuando nos hayamos decidido (si es que alguna vez lo hacemos) la batalla ya haya terminado.

No importa con cuál de las dos armas decidamos ir, una vez que estemos en el fragor de la batalla (o en la Zona de Muerte), las dudas previas que teníamos en relación a este tema van a desaparecer. Si elegiste ir con el fusil, ¿qué sentido tiene preguntarte, mientras sentís el zumbido de las balas enemigas rozando tu oreja, si el rifle hubiera sido una mejor opción? Allí, en esa situación crítica y definitoria, tu única opción para sobrevivir y lograr tu objetivo va a ser buscar la manera de ganar la batalla usando el fusil. O accionás con lo que tenés, o morís.

¡Hasta la próxima 👋!

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